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CORY, cuando el abandono te arrebata las ganas de vivir

Hola, ¡soy Cory! Hoy os quiero contar mi historia, no os voy a mentir, no es una historia fácil y, sobre todo, no sé si será una historia con final feliz…

Empecemos por el principio, volvamos al origen de los tiempos, al año 2015… cuando sufrí mi primer golpe duro en la vida, fui abandonado cruelmente en la calle… pero tuve la gran suerte de que aparecieron unos ángeles que me rescataron y me devolvieron la oportunidad de encontrar una familia que me amase para siempre. Desde el día que llegué a HOOPE, soñaba con encontrar esa familia perfecta que no me traicionase y que me amase por encima de todo. Cada día me prometía a mí mismo que si la encontraba les daría todo mi ser, me desviviría por ellos y les regalaría todo mi amor sin límites.

Y pocos meses después, ese día llegó, una mujer se interesó por mi, no me lo podría creer, ¡por fin había llegado ese momento que tanto ansiaba! ¡por fin! Me fui a una casita, a un hogar… volvía a tener una familia. Me sentía el gato más afortunado del mundo.

Mi fortuna no terminó ahí, los dioses felinos me habían sonreído… a los pocos meses llegó una nueva hermanita a la familia, también adoptada en Hoope, para que me acompañase y con la que poder disfrutar esos momentos en los que me quedaba solito en casa. Sophie llegó, nunca había sido tan feliz… Fueron los mejores años de vida: amor, caricias, juegos… un hogar… ¡una familia! Por fin había recuperado lo que había perdido, ya nunca más iba a estar triste, y cada mañana de mi vida se lo iba a agradecer a ella por adoptarme. ¡Qué bellos recuerdos! ¡No me puedo olvidar de ellos!

«Sophie, mi hermana»

Pero de repente, empecé a darme cuenta de que estaban cambiando cosas en casa, no se respiraba un buen ambiente, algo iba mal… ¿Qué pasaba? No lo entiendo, ¿qué ha cambiado? ¿Por qué hablan de llevarme, de llevarnos, otra vez a la protectora? ¿Quién dices que tiene alergia? ¡Pues que se medique, o dadme a mi lo que sea! ¡Me da igual, hago lo que sea por quedarme en mi casa! Pero, por favor… no se os ocurra… Por favorrrrr, ¿Qué pasa? Contadme, ¿Qué puedo hacer? ¿Qué he hecho? Nooooo…. el transportín, ¡no! ¡no! ¡no!

“Mami, cállate, tápate los oídos muy fuerte, ¿Oyes lo mucho que te quiero?” No, no funcionó…

En el trayecto en el coche no podía parar de darle vueltas, ¿dónde íbamos? No podía ser que me llevasen a la protectora, esto tenía que ser una broma… ¿Cómo nos iban a dejar a Sophie y a mi otra vez en una jaula? Pero no era el día de los Santos Inocentes, era el 6 de mayo de 2018, y no, no era una broma.

Sí, amigos, esta bella historia de amor se torció… y acabó con nuestros huesos de nuevo en la protectora. Fuimos un juguete de usar y tirar, porque estoy seguro de que si alguien ama de verdad a otro ser, hace lo que sea por estar junto a él, y por nosotros no lo hicieron. ¿Os imagináis que sentí? Me sentía abandonado de nuevo, otra vez en una jaula… ¿Y por qué? No lo entendía, sigo sin entenderlo y creo que nunca lo entenderé…

No os voy a mentir, Sophie siempre ha sido la más fuerte de los dos, yo soy un grandullón anaranjado, que aparenta ser duro, pero soy un sensiblón, y sí, esto pudo conmigo… un segundo abandono… y el recuerdo constante de lo que pudo ser pero no fue.

Los primeros días en la gatera intentaba aparentar ser un gato fuerte y duro, ¡nada me podía afectar! ¡Ella se lo pierde! Con tantos voluntarios que me quieren, me cuidan, a los que dar amor, ¡tú te lo pierdes!, pero todo era una máscara de felicidad, todos los días llegaba la noche… la oscuridad, el frío, la distancia, el olvido… Sophie y yo solos en la gatera, pero… ¿Y si amanece y ella aparece, me pide perdón y vuelvo con ella? Bueno, no hacen falta las disculpas… ¡Simplemente que vuelva! Por favor…

Una noche tras otra, un nuevo amanecer. Aparece el sol en el horizonte, pero no, no aparece su silueta iluminada por la luz recién nacida… Otro día más, otro y otro… y la esperanza se desvaneció como la niebla, me dejé llevar…

Os aseguro que no hay nada peor que perder la esperanza, la ilusión… sentirte deprimido, no querer vivir, así me sentía y me sigo sintiendo. Me pasaba las horas escondido, dejé de comer, bebía lo justo, no lo veía necesario… ¿Para qué me voy a alimentar?, me decía cada mañana… ya no tiene sentido… ¡no voy a volver a ser feliz! ¡ella no va a volver!

Los voluntarios se empezaron a preocupar por mí, “¿Por qué está así Cory?” “¿Por qué ha adelgazado tanto?” “Puede que tenga una lipidosis”, escuchaba tras las puertas. Si supiesen, me decía yo…

El equipo de Hoope se puso manos a la obra para encontrar la mejor solución, y una calurosa tarde de Agosto apareció una nueva familia que quería ayudarme. Una pareja con un hijo maravilloso que decidió llevarnos en acogida para que me recuperase física y psicológicamente. Era genial volver a sentir el calor de un hogar, los cariños de ese peque, y sentirme parte de una familia de nuevo, hermanos felinos y caninos incluidos, en especial Coco, un perrete muy simpático que me hacía compañía a todas horas. Pero algo fallaba, mi cuerpo no respondía, pero mucho menos mi corazón y mi alma… ¿Habéis escuchado alguna vez eso de “se me ha roto el corazón”? Pues yo creo que eso es lo que me ha pasado a mi, esta vez se me ha roto… y creo que he llegado a un punto de no retorno, aunque espero confundirme…

A los pocos días me puse peor, y me tuvieron que dejar ingresado en un Hospital, donde he pasado días, semanas… y he tenido días mejores y peores, pero no avanzo, no consigo volver a ser yo, sigue sin arrancar mi motorcito… y os aseguro que lo intento, pero me he quedado sin fuerzas, sin energía… Hasta los veterinarios se sorprendieron, “no nos lo podemos creer, nunca hemos visto que un gato llegue a esta situación por una depresión”.

Y esta es mi historia, que continúa, pero sinceramente no sé hacia dónde, ni por cuánto tiempo… dicen que todo llega a su fin, pero creo que este no era mi momento, creo que no me lo merezco.

Este está siendo el reto más duro de mi vida, sobre todo porque me veo sin fuerzas para superarlo. Me he querido dar una última oportunidad de volver a sentir, de encontrar el sentido a la vida y respirar aires de esperanza, y por eso he decidido volver a la casa de acogida, que al menos está Sophie y gente que sé que me cuidará, pase lo que pase…

A pesar de todo, os prometo que lo voy a intentar, pero eso sí… necesito sentir vuestro amor, vuestra energía positiva ¡Por favor, transmitidme esas ganas de vivir que yo no encuentro! ¡Difundid mi historia!

Y por favor, si podéis ayudar al equipo de Hoope, os lo agradecería, sé que para ellos no es un tema de dinero, porque nunca han preguntado por él, pero sé que les ha llegado una factura de 1.600 euros de mi hospitalización, pruebas, medicaciones… Sobre todo porque toda ayuda les servirá para luchar por más gatos que han sido abandonados como yo, y que merecen la oportunidad de ser felices… eso sí, para siempre.

 

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